sábado, 24 de enero de 2009

10 – Ave de paso

Cada dos o tres días me sucede lo mismo: distintos pasajeros me piden que los lleve al mismo lugar. Como si se hubieran puesto de acuerdo, como si estuvieran confabulados, como si una conexión invisible los uniera, tanto mujeres como varones de distintas edades, que se suben al taxi en los puntos más distantes de la ciudad y en diferentes horarios, confluyen en su petición de dirigirse a la misma esquina.
La primera vez que me ocurrió, pensé que se trataba de una sumatoria de coincidencias o casualidades, pero el jueves –sólo por citar un ejemplo– tuve que ir siete veces al mismo sitio.
El primer razonamiento más o menos lógico que uno pretende esgrimir es la posible atracción de ese lugar para la convocatoria: ¿venderán allí las entradas para el concierto de un artista internacional?, ¿habrán publicitado ofertas irresistibles en un comercio?, ¿alguna empresa generó una extraordinaria convocatoria laboral?
Las opciones se desvanecen. Durante todo el día, mientras manejo, estoy pendiente de la radio y, luego, a la noche, miro algunos noticieros televisivos y consulto los diarios por Internet. No encuentro ningún indicio, ni siquiera mínimo, que permita justificar lo que ocurre.
Ayer, cuando llevé a lavar el auto antes de culminar la jornada laboral, aproveché para conversar con otro taxista que lleva muchos años en este oficio. Como al pasar, le comenté estas coincidencias recurrentes, esperando que me respondiera que a él también le ocurría algo similar, pero me miró extrañado, y hasta percibí que él intuyó cierta exageración de mi parte.

Hoy, en distintos momentos del día, cuatro personas me pidieron que las llevara a la misma iglesia. Cuando por segunda vez manejaba hasta allí, supe que regresaría nuevamente. Por supuesto, no me sorprendieron los últimos dos pedidos para dirigirnos exactamente al mismo lugar.

Después me causé un poco de gracia: mientras yo me empeñaba en buscar respuestas racionales, los pasajeros volvían a conducirme a esa iglesia.


Entonces, con mi agnosticismo a cuestas, pensé que quizás podrían existir algunas señales que no alcanzaría a comprender…

No hay comentarios:

Publicar un comentario