lunes, 9 de febrero de 2009

14 – Cordón

Un día libre siempre es bienvenido. Aproveché el tiempo para relajarme, pero también para salir a caminar. Después de tomar todos los días dos colectivos de ida y dos de vuelta, y de estar sentado en el taxi más de doce horas, recorrí las calles con otra perspectiva.

Cuando uno camina, despreocupadamente, tiene tiempo de observar los detalles, de apreciar el estilo de una construcción, de fijar la mirada en una cúpula que hasta ahora parecía escondida, de tomarle el pulso a otros latidos de la ciudad.

Inevitablemente, también fijé mi atención en los taxis y en sus conductores. Gestos, códigos, distracciones, actitudes y destrezas.

Siempre se aprende algo, si uno tiene la mirada atenta.

El día se me hizo corto. Se terminó el recreo. Ahora hay que prepararse para una nueva semana de trabajo, que tendrá más vértigo que este apacible domingo de sol.

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