jueves, 25 de diciembre de 2008

4 – Pasional

Tanto ayer como hoy se subieron al taxi mujeres hermosas, escotadas, perfumadas, simpáticas y amables. Cuando yo tenía 18 años y manejaba mi primer coche, hubiera dado mi reino a cambio de que una sola chica como las que describí hubiera abordado mi automóvil. Evidentemente, por ignorancia, prejuicio, o falta de análisis, jamás imaginé las bondades del trabajo de taxista en este sentido. ¡A la vejez: viruela! Ahora resulta que estas damas bellas y cautivantes no sólo me hacen señas para subir voluntariamente al vehículo, sino que además me cuentan espontáneamente sus vidas con íntimos detalles, se ríen de mis chistes y encima me pagan.
Qué pena que no me di cuenta a tiempo, porque de ser así no me hubieran podido bajar del asiento del chofer ni con la fuerza pública.

No hay comentarios:

Publicar un comentario