domingo, 15 de marzo de 2009

17 – Golondrinas

Domingo por medio tengo la opción de salir con el taxi y que todo lo recaudado sea para mí. Por supuesto siempre acepto la alternativa, aunque esa semana me quede sin mi día franco. La franqueza más punzante, inevitablemente viene con las cuentas que hay que pagar.

Un día como hoy tiene una ventaja: uno no siente la presión por tener que hacer –con cierta rapidez– el dinero para el alquiler diario del auto. De lunes a sábado, cuando a las dos de la tarde todavía no se llegó a cierto nivel de recaudación, resulta natural empezar a hacer cuentas y proyecciones para que no nos tape el agua.

Y así como en el teatro hay un público diferente de acuerdo con el día de la semana que se trate, en el taxi ocurre algo similar. El domingo por la mañana aparece el pibe que se quedó a dormir en la casa de la novia, la abuela que va a visitar a los nietos y las parejas con hijos chicos.

Por la tarde ya se percibe el clima futbolero, el encuentro de amigos, los traslados familiares, y el regreso temprano a casa porque mañana hay que volver al trabajo y a la escuela.

Para mi sorpresa hoy trabajé bastante bien, encadenando viajes desde los lugares más alejados de la ciudad. Y así como durante el resto de la semana se escuchan las quejas, los apuros y las broncas de la realidad, el domingo es un día propicio para una tregua, para bajar un cambio, para que la efímera calma nos cobije por un rato.

Yo también lo agradezco, aunque todos sepamos que mañana será lunes, y que la carroza de nuestra momentánea tranquilidad volverá a mostrar su verdadero rostro de calabaza angustiada.

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